Con cada estreno de Pixar que llega a las carteleras de los cines, las expectativas son mayores. Sin embargo, la presión no parece hacer mella en los miembros de este estudio de animación por ordenador, que se superan continuamente siguiendo la máxima circense del más difícil todavía. A obras maestras como Toy Story, Monstruos S.A., Buscando a Nemo y Wall-e, entre otras, han añadido ahora Up.



Tras este sencillo y escueto título se esconde un film sobresaliente, una obra de arte que merece un sitio de honor en las videotecas y deuvedetecas. Esto es al menos lo que dicen los críticos, que se están rindiendo en masa al encanto del colorista film de Peter Docter; ya son muchos los que piden su candidatura al Oscar a la Mejor Película, considerando que el Oscar a la Mejor Película de Animación se le queda pequeño. Del éxito en taquilla nadie dudaba porque es algo que se repite periódicamente desde que Toy Story, el primer largometraje de animación realizado íntegramente por ordenador, se estrenó en 1995.



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Pixar, según datos de la wipipedia, ha recaudado 2.500 millones de dólares en todo el mundo, 150 en DVD. Además, ha ganado 16 Oscar con sus largometrajes y cortometrajes. Esto es posible gracias a la calidad que siempre imprime a sus productos, y con Up no podían hacer una excepción. Los personajes están realizados con mimo en lo técnico. Así, muchos espectadores sentirán la necesidad de tirar de los mofletes a Russell, el niño explorador; o de acariciar el pelaje de Dug, el perro labrador; o quizá de contar las plumas de Kevin, la escurridiza y exótica ave que vive en las cataratas de Paraíso. Pero, por otro lado, esa brillantez técnica sería insuficiente si los personajes no tuvieran una historia detrás. Ese trasfondo es lo que hace que Up funcione y no sea como otros films que técnicamente son de 10, pero no cautivan al espectador.

¿De qué trata Up? Básicamente, de la historia del viejo vendedor de globos, Carl Fredricksen, que por diversas y adversas circunstancias intentará hacer realidad el sueño de toda su vida, y el de su difunta esposa, Ellie: visitar las cataratas de Paraíso, en Sudamérica. Para ello, viajará por los cielos en su propia casa, sujeta por miles de globos. En su aventura se cruzarán un niño explorador, Russell, un pájaro de una especie desconocida, perros que hablan como los humanos e incluso el antiguo ídolo de Fredricksen y Ellie, el explorador Charles F. Muntz. Pero esto es lo que hay rascando únicamente la superficie. Up también trata del AMOR (sí, con mayúsculas) de pareja o el paterno filial, del papel de los ancianos en la sociedad, de lo injusta y dura que puede ser la vida, del poder de la imaginación, del afán de superación, de la lealtad, del valor de la palabra dada...

Up provoca en el espectador todo tipo de sensaciones positivas. En primer lugar, la risa, con un humor sencillo e inocente, sin recurrir al chiste fácil. También es capaz de emocionar, de sacar las lágrimas del público, sin caer en la sensiblería barata. La ternura y el amor llevados a su más alta expresión pueden hacer que sea verdad lo que decía el mago Gandalf: "No os digo que no lloréis, porque no todas las lágrimas son malas". Por supuesto, mantendrá al espectador pegado a la butaca del cine o a su sofá, pendiente de qué pasará.

Como decía Muntz y repetían Carl y Ellie, "la aventura está ahí fuera". Compruébalo con Up. No te arrepentirás.

Un saludo